Desde principios de siglo XX, se empezó a usar para el tratamiento del agua. Posteriormente para purificar el aire e incluso directamente sobre el organismo humano con fines terapéuticos (Ozonoterapia).
Una de las ventajas más importantes del ozono con respecto a otros bactericidas es que este efecto se pone de manifiesto a bajas concentraciones (0,01 p.p.m. o menos) y durante periodos de exposición muy cortos es ya perfectamente observable un efecto bacteriostático.
La diferencia entre un efecto bactericida y un efecto bacteriostático es sencilla: un agente bactericida es capaz de matar a las bacterias; un agente bacteriostático no llega a matarlas, pero si les impide reproducirse, frenando rápidamente el crecimiento de sus poblaciones.
Aunque teóricamente sean efectos muy distintos, en la práctica una población de bacterias sin capacidad de reproducción es una población condenada a su desaparición. De hecho, agentes antimicrobianos tan importantes como algunos antibióticos basan su poder en una acción bacteriostática.
Efecto viricida del ozono
Los virus, hoy considerados frontera entre los seres vivos y la materia inerte, no son capaces de vivir ni de reproducirse si no es parasitando células a las que ocasiona su destrucción.
A diferencia de las bacterias, los virus siempre son nocivos y provocan enfermedades tan comunes como la gripe, el catarro, el sarampión, la viruela, la varicela, la rubéola, la poliomelitis, el SIDA (VIH), la hepatitis, etc.
El ozono actúa sobre ellos oxidando las proteínas de su envoltura y modificando su estructura tridimensional. Al ocurrir esto, el virus no puede unirse a ninguna célula hospedadora por no reconocer su punto de anclaje, y al encontrarse desprotegido no puede reproducirse y muere.
Efecto funguicida del ozono
Existen ciertos tipos de hongos que tienen capacidad de provocar enfermedades. Otros muchos son capaces de ocasionar alteraciones en nuestros alimentos haciéndolos inaceptables para su consumo, como es el caso, del moho.
Con la ozonización eliminaremos estas formas patógenas, cuyas esporas están en todo tipo de ambientes, evitando también posibles daños celulares.
Efecto Esporicida
Existen algunos hongos y bacterias que cuando las condiciones son adversas para su desarrollo o reproducción, fabrican una gruesa envoltura alrededor de ellas y paralizan su actividad metabólica, permaneciendo en estado latente. Cuando las condiciones para la supervivencia vuelven a ser favorables su metabolismo recupera la actividad.
Estas formas de resistencia se conocen como esporas y son típicas de bacterias tan patógenas como las que provocan el tétanos, la gangrena, el botulismo ó el ántrax.
Este tipo de mecanismo de resistencia hace muy difícil luchar contra ellas y tratamientos útiles en otros casos como las altas temperaturas y multitud de antimicrobianos, se vuelven ineficaces. Con la ozonización del medio en el que sobreviven son eliminados radicalmente.
Eliminación de ácaros
Los ácaros son microorganismo de la familia de los arácnidos que habitan por millares en nuestros hogares, sobre todo en colchones y almohadas ya que se alimentan básicamente de los restos de piel humana y de escamas. Los ácaros muertos y sus excrementos suelen producir alergias y otras afecciones como asma o rinitis.
Además de una buena ventilación, los tratamientos de choque basados en ozono aplicados a colchones, almohadas y otros lugares en donde puedan proliferar los ácaros ayudan a combatirlos y a evitar los molestos síntomas de las alergias y de las otras afecciones que producen.
Acción desodorante del ozono
Es una de las propiedades fácilmente comprobables con gran utilidad en la eliminación de olores desagradables.
El ozono posee la propiedad de destruir olores atacando directamente sobre la causa que los produce, sin añadir ningún componente químico.
¿Cuál es la causa de los malos olores? En sitios cerrados, la causa suele ser la materia orgánica en suspensión y la acción de los distintos microorganismos producidos por sudor, humedad, tabaco, comidas, etc.
Ficha toxicológica del ozono
En cuanto a su ficha toxicológica, el ozono está clasificado únicamente como agente irritante Xi en aire, no estando clasificado como carcinogénico.
Esta consideración como agente irritante hace referencia a los problemas que se pueden derivar de la inhalación de ozono en concentraciones elevadas en aire. Es decir, hace mención a los problemas irritativos que puede producir su inhalación en función de la concentración a la cual las personas estén expuestas, así como en función del tiempo de dicha exposición a concentraciones de ozono superiores a las recomendadas. La normativa emitida por la OMS recomienda una concentración máxima de ozono en aire, para el público en general, de 0.05 ppm (0.1 mg/m³).
Salvo que se almacene líquido a altas presiones, el ozono es generado in situ, no pudiendo existir escapes superiores a la producción programada en los generadores, ya que estos únicamente producen el gas, no lo acumulan. Los valores para producir efectos agudos letales son muy altos, de 15 ppm, concentraciones prácticamente inalcanzables en tratamientos convencionales.
Disuelto en agua, el ozono resulta completamente inocuo, dado que su acción sobre la materia orgánica provoca su rápida descomposición. Únicamente en el caso de tratamientos a altas presiones podría producirse la liberación de ozono al aire, apareciendo entonces en la superficie de intercambio agua-aire concentraciones que podrán considerarse peligrosas; pero los tratamientos convencionales no se realizan en estas condiciones. De hecho, el ozono se encuentra autorizado como coadyuvante en el tratamiento de aguas potables según la resolución de 23 de Abril de 1984 del Ministerio de Sanidad y Consumo (BOE Núm. 111 de 9 de Mayo del mismo año), estando asimismo reconocido como desinfectante en la potabilización de aguas por la norma UNE-EN 1278:1999. En palabras textuales de la norma española:
El ozono se auto-descompone en el agua. Por tanto, a las dosis habitualmente aplicadas, no se requiere generalmente ningún proceso de eliminación. […]
Asimismo, el real decreto 140/2003, de 7 de febrero, por el que se establecen los criterios sanitarios de la calidad del agua de consumo humano, incluye el ozono como sustancia para el tratamiento del agua, ya que cumple con la norma UNE-EN correspondiente y en vigencia (incluida en el Anexo II del RD, normas UNE-EN de sustancias utilizadas en el tratamiento del agua de consumo humano: UNE-EN 1278:1999 – Ozono).
Por otra parte, en el Codex Alimentarius, el ozono viene definido por tener un uso funcional en alimentos como agente antimicrobiano y desinfectante, tanto del agua destinada a consumo directo, del hielo, o de sustancias de consumo indirecto, como es el caso del agua utilizada en el tratamiento o presentación del pescado, productos agrícolas y otros alimentos perecederos.
A pesar de esta definición y de que desde hace varios años este compuesto se viene considerando como seguro para alimentos (GRAS: Generally Recognized as Safe), no fue hasta el año 2001 cuando la FDA (Administración Americana de Alimentos y Drogas), lo incluyó como agente antimicrobiano de uso alimentario. Esta autorización permite que el ozono pueda ser utilizado en forma gaseosa o líquida en el tratamiento, almacenaje y procesado de alimentos, incluyendo carne y pollo.
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